Colegios, centros comerciales, clínicas, servicios profesionales, estaciones de servicio, restaurantes, cines… todo en un sólo lugar… ¿Todo? Nordelta tiene «casi» todo. Pero le falta lo más importante, el broche de oro: su iglesia. Y no lo dice solo el P. Damián Rodríguez Alcobendas, párroco de la Santísima Trinidad, como sacerdote católico. Ya lo anticipaba hace más de 40 años el ingeniero Julián Astolfoni cuando imaginaba en la década de 1970 lo que hoy es Nordelta.
Astolfoni, con su idea de crear una ciudad-pueblo y con el proyecto ya aprobado, se asocia en 1998 con Eduardo Costantini para comenzar a hacer realidad el sueño. Y en ese sueño, en ese concepto de ciudad-pueblo, ya se sostenía que para que haya ciudad, tienen que existir tres elementos: culto, cultura y universidad. Culto es la iglesia, culto será el Centro Cultural Judío que se está construyendo en un terreno cercano a la futura parroquia. Y más adelante en la zona habrá museos, teatros, universidades. La nueva iglesia se constituye así en elemento fundador y fundamental de esta nueva ciudad-pueblo.
Ya en el plan de Astolfoni y Costantini se contemplaba que Nordelta cooperase con la construcción de una iglesia. Y fue Alejandra Stier, fiel de la parroquia, quien se encontró en un avión con Eduardo Costantini y le dijo que como habitante de Nordelta, no podía creer que la iglesia no fuese aún una realidad. Ese fue el puntapié en el cielo para que comenzase a rodar la idea de construir una nueva iglesia. Y así fue como Nordelta SA donó el terreno donde hoy se está construyendo la parroquia.
Tras la cena de recaudación de fondos para avanzar con la construcción de la Iglesia Sagrada Familia en el centro cívico de Nordelta, Gallaretas dialogó con el cura párroco, Damián Rodríguez Alcobenda.
El P. Damián relata que la obra empezó poco a poco, gracias a una primera donación importante, pero que lo fundamental siempre fue la colaboración pequeña: «los grandes donantes ayudaron en el arranque, pero después el mes a mes fue gracias al ahorro de las distintas colectas y a las donaciones de los que forman parte de la comunidad».
Hoy -a julio de 2015-, ya está construido el 50% y «con viento en la camiseta». Ya está todo «lo que no se ve» -los cimientos, las bases- y ahora falta la parte que más luce, y quizá por eso más fácil de «vender» para los que quieran colaborar.
Se está en plena construcción de la 4ta. etapa, que incluye la terminación de los salones parroquiales, la casa de quien será el futuro párroco, y avances importantes en la construcción del templo. Si todo sigue como hasta ahora, quizá en septiembre ya se puedan comenzar a utilizar los salones.
Y es verdad que ahora «vende» más. Ya se están instalando las aberturas -que fueron producto de una única y generosa donación-, el sistema eléctrico, la calefacción, los pisos… Va tomando forma.
Y hay un equipo de trabajo por detrás, y hay un objetivo por delante. Este equipo que se conformó a principios de este año, procura los fondos para terminar el templo y se propuso que la Misa de Nochebuena de 2015 se celebre en la nueva Iglesia… Objetivo audaz si los hay, pero hacia allí caminan. Y si no, no se perdonarían no inaugurar para la Pascua de 2016. No dependen de ellos, dependen de la generosidad de otros…
Siempre que a uno le apelan a su generosidad, le nace como irrefrenable el cuestionamiento al gasto. ¿Y por qué una iglesia para Nordelta y Santa Bárbara? ¿Qué necesidad tienen, no podrían ir a otras que ya hay en Tigre o Pacheco? ¿Y gastar tanto en un templo…? ¿y además en una zona donde hay tan pocas necesidades, habiendo tantas necesidades en el país?…
El P. Damián escucha todas estas preguntas como sabiendo por dónde vienen. Ya se lo han dicho tantas veces… Y aclara, así, directo como es él: «si por mi fuera, como cura, con un tinglado me acomodo y me conformo… pero te digo algo: no creo que la gente de la zona venga si yo le armo un tinglado. Si se quejan de la carpa…». Más claro echarle agua… o dólares, que es lo que se está necesitando…
Y, a modo de ejemplo, nos relata una comparación: «Una vez oí a un arquitecto especializado en la construcción de templos, quien explicaba que una iglesia de un barrio equivale en términos económicos, a unas 20 o 30 casas del barrio en cuestión. Para quienes dicen que lo que estamos haciendo es caro, o lujoso: lo que nosotros estamos haciendo equivale en términos económicos a unas tres casas de la zona».
La idea entonces es que el nuevo templo se transforme en parroquia y pertenezcan a ella los barrios de Nordelta y Santa Bárbara. «Es necesario un templo y es necesaria una parroquia. Esta zona está creciendo exponencialmente y es necesario poder llegar a todos para administrar los sacramentos y también es necesario que la gente de la zona tenga un lugar donde poder ir a rezar», dice el P. Damián, y se enorgullece de aclarar que en el nuevo templo el Santísimo tendrá una capilla particular, donde habrá adoración permanente todos los días «para que tengamos donde rezar».
Hasta ahora, la mayor parte de las donaciones han sido producto de católicos de Misa dominical, que se dan cuenta de la importancia que este centro espiritual tendrá para ellos y para sus hijos ahora y a futuro. La estimación es que con los barrios de Nordelta que aún restan consolidarse, la parroquia tenga influencia sobre una zona donde vivirán unas 100.000 personas. Hoy por hoy, a Misa en la carpa del Colegio Marín van aproximadamente 1.100 personas cada domingo. La capacidad del nuevo templo será para 360 personas sentadas.
«¿Y no será muy elitista esta nueva iglesia, muy de barrio cerrado?», le disparamos como pregunta al P. Damián, como para provocarlo pero también para cuestionarlo. «Nordelta de a poco se irá abriendo. El nuevo templo está dentro de lo que será el centro cívico. El corredor es de uso público. No olvidemos el concepto de ciudad-pueblo. No será la iglesia de un barrio cerrado, será la iglesia de una comunidad de vecinos de la zona, será el centro de esos vecinos».
Pero el P. Damián prefiere enfocarse no tanto en lo que falta, sino en la generosidad de la gente de la zona. Es ya conocido el éxito que tienen las colectas para Cáritas que organiza la Parroquia, y en ese sentido explica el por qué de conseguir donaciones. «Yo apuesto al metro a metro, a la pequeña o a la gran donación que cuesta sacrificio, pero que no sólo construye edificio sino fundamentalmente comunidad. Estamos creando una Parroquia, nuestra Parroquia, y sólo si formamos Comunidad tendremos Parroquia. Ojalá no sea solo un edificio lo que estamos construyendo».