Alejandra “La Coneja” Suárez abrió las puertas de su estudio en Riviera Park para contarnos de su vida y su carrera. El Teatro Colón, Calle Corrientes y más de 10 años en “Hola Susana”, son algunos de sus pergaminos. “Empecé de muy chica, a los 7 años. Para ir a entrenar al Colón me tomaba dos colectivos y un tren”, cuenta la artista que comenzó su larga formación con bailarines de la talla de Julio Boca, Maximiliano Guerra y Eleonora Cassano. Pasó muchos años formando parte del equipo del Teatro Colón, siempre destacándose en las danzas clásicas. Ya en la adolescencia, sin embargo, se le presentaría otro desafío que poco tenía que ver con su carrera hasta ese momento, pero que se volvería un trampolín para sus aspiraciones profesionales: la Calle Corrientes. “Después de tanto sacrificio quería un poco de reconocimiento. Siendo totalmente ajena a ese mundo me presenté en un casting y quedé en la obra ‘Sugar’, con Ricardo Darín y Susana Giménez”, recuerda. Es en este éxito de taquilla donde Alejandra entablaría una gran relación con la diva de los teléfonos. “Es una persona súper profesional, muy exigente, en primer lugar con ella misma y después con los demás. Está en todos los detalles”. Fue tan buena la relación, que Susana decide llevarla a su programa, donde estuvo más de una década y aún hoy se la recuerda como una de las “Susanos” más emblemáticas del ciclo.
Alejandra se destacó siempre por ser una gran trabajadora, llegando por momentos a encabezar obras infantiles, al mismo tiempo que trabajaba en Sugar y Hola Susana. “Realmente creo que me tocó vivir lo mejor. Tanto de la televisión, como de Calle Corrientes. Los noventas fueron espectaculares, fue la época de oro”, relata.
Después de más de dos décadas ininterrumpidas de arduo trabajo, Alejandra decidió abocarse a su familia. “Me mudé a Tigre porque quería estar más tranquila y en contacto con la naturaleza”, comenta.
Es en el año 2010 cuando algunas amigas vecinas de Castores y el Golf la convocan para que dicte talleres de comedia musical para sus hijas. El éxito fue inmediato y la cantidad de alumnos comenzó a crecer rápidamente. A tal punto que, a principios de 2013, decidió abrir su propio estudio ubicado en Riviera Park. El mismo posee un salón de 110 metros cuadrados especialmente montado en piso elástico para cuidar el cuerpo, además de una sala preparada acústicamente para aquellos alumnos que practican canto. Hay propuestas para todas las edades. Ofrece comedia musical, danza clásica, ritmos latinos (bachata, salsa, pop), ritmos urbanos (hip hop, regaetton, zumba), pole dance y percusión corporal , donde se fomenta la improvisación y la creatividad, la coordinación corporal y la experimentación rítmica. Igualmente, Alejandra planea seguir expandiendo sus instalaciones, ya que actualmente cuenta con más de 250 alumnos. Su lema es “Todo el mundo puede bailar” y destaca la actividad como un medio terapéutico para sus alumnos. “No hay que frustrar el deseo de expresar. Yo quiero que la gente venga, se relaje y se olvide de sus problemas. Todo se puede, es sólo cuestión de animarse”, sostiene.
Todos sus alumnos presentan muestras teatrales en el teatro Niní Marshall de Tigre, donde, por decisión de La Coneja, no hay protagónicos. “Queremos que todos se sientan parte, por eso las obras se preparan en base a cada actor, todos tienen su momento”, declara. El grupo de comedia musical de mayores, conformado por 17 adultos, también se presenta en el Velma Café de Palermo. Estas obras personalizadas corren a cargo de Omar Lopardo (quien las escribe), Laura Jais (profesora de canto) y la misma Alejandra como coreógrafa.
La integración es muy importante, ya que el estudio cuenta con alumnos desde los 3 a los 60 años. Se fomenta la formación de amistades y el disfrutar de la música, el canto y la danza, siempre resaltando la importancia de superarse a uno mismo, de trabajar la autoestima, el compañerismo y la no competencia. “Somos un equipo de 10 profesores y todos trabajamos de forma integral y en equipo. El valor agregado de mi escuela es que va más allá de las disciplinas que enseñamos. Me gusta conocer a todos mis alumnos y compartir momentos especiales con ellos”, concluye Alejandra.
Por Facundo Cabrera.