Laura Leguía, de los números a la pintura.
Laura Leguía es pintora y vive en Nordelta con su marido hace diez años. Su transición desde el mundo financiero al del arte se dio en paralelo con su mudanza. Nació y vivió en Belgrano donde trabajaba como empleada bancaria. Ya en Las Glorietas, frente a la enorme y vacía pared blanca del living de su casa nueva, decidió emprender la búsqueda del cuadro indicado para ese lugar y cruzar un puente que la conduciría a incursionar en la pintura para finalmente abandonar los números y avocarse a la tela y al pincel.
Sus comienzos se dan en el Atelier 40 de Vivi Julliand, ubicado en aquel entonces en el Centro Comercial Nordelta. Laura no olvida aquel espacio cálido y contenedor al cual accedía por una escalera caracol para tomar clases grupales con su primera profesora, Gloria Seeber, mujer que sentía conocer de toda la vida, ”… y esas cosas no te pasan siempre”. Desde el inicio, interesada por el arte abstracto, y decidida a hacer algo grande, realiza su primer cuadro Aparición inspirado en una foto de Roma y lo cuelga en aquella pared de su casa sorprendiendo a familiares y amigos con rojos y amarillos intensos que son hoy los protagonistas de su living.
Sigue sus estudios con distintas profesoras de la zona. La guiaron en su camino de aprendizaje otras dos artistas del Nuevo Delta, Sol Storni y Amalia Montangero. Hoy continúa pintando en el taller de Gloria Seeber. Paralelo a su proceso artístico, aparece en Laura la necesidad de dar a conocer sus cuadros y trascender las paredes de su casa. Su primera exposición fue en el mismo atelier donde empezó a pintar. Si bien aclara “el mundo del arte no es fácil” elige hacer camino “sin ningún padrino” y aventurarse en él, combinando osadía y autogestión. Así fue que mientras renovaba su registro de conducir en el Centro de Gestión de Belgrano, al llamarle la atención la muestra que estaba en ese momento, preguntó cuál era el procedimiento para exponer y tuvo éxito unos meses más tarde, “…la gente se paraba a mirar los cuadros, se impactaba. Yo vengo de los números y esta historia no la podía creer”. La etapa de exposiciones continúa en Espacio 10 de Palermo, luego en la Asociación Italiana de Belgrano fusionando fotografía y pintura, participa del Gallery Night en Recoleta, también en la Noche de las Artes de Tigre en Isla Xocolatl y más tarde con otras siete mujeres exponen sus “Ocho miradas” en Espacio Allianz mostrando escultura, fotografía y pintura.
La primera década de esta pujante artista, puede apreciarse en un pequeño ambiente de su casa donde pinta por las noches ya que se siente más cómoda con el tipo de luz. Laura utiliza una técnica mixta, parte de “la mancha y el color”, trabaja con enduido y opta por materiales muy variados: desde arena, piedra, papel, gasa, hasta bolsas de papa “las que vienen buenas”, alambre de gallinero y “cosas que cuando voy por la calle me gustan y las levanto del suelo”. Todo para generar texturas distintas trabajando por sectores. “Vos, las pinturas, la tela, no hay otra cosa. Yo tenía algo adentro que tenía que expresar”, el sentido: “meterte en cada pintura y transportarte. Los problemas quedan atrás”. La gratificación la encuentra en aquello que va surgiendo en el cuadro, trabaja en la tela investigando los colores que son protagonistas. A su vez pueden vislumbrarse algunos personajes, sin embargo aclara “las personas yo no las dibujo, aparecen”, así como también expresa que no le gusta copiar. Por cada cuadro, una historia. Puede inspirarla una nota del diario acerca del valor del metro cuadrado en la Villa 31 y dar como resultado su propia versión de aquel lugar, o bien, un viaje único a la provincia de Jujuy con los colores del carnaval, los bailes de los niños en las calles y las vestimentas que impregnan su retina de fucsias, magentas y verdes que luego lleva al pincel. La próxima exposición de Laura Leguía será en marzo en el Centro Cultural de Benavídez donde mostrará un poco más de sus “realidades y fantasías”.
Por Sofía Moras