Vacaciones en Bicicleta, y con un Bebé.

vacaciones-en-bicicletaLa aventura de dos vecinos de Villa Nueva: Lautaro Brenes y Mai Piskorz aman las vacaciones diferentes, con actividad física, con más contacto con la naturaleza. Ya fueron dos veces a Uruguay, recorriendo la costa hasta Brasil, en bicicleta. También cruzaron los Andes en bici. Este verano retomarán esa idea, pero con una diferencia: ahora tienen un bebé, que llevarán con ellos.

Lautaro es ingeniero industrial. Mai es médica. El tiene 42 años, ella 38. Vivían en Capital hasta que, hace dos años, decidieron mudarse a San Francisco, en Villa Nueva. Por esa época empezaron a pensar en un recorrido más largo, quizás América Central, Europa o Estados Unidos, siempre en bicicleta. Pero vino la mudanza y el proyecto quedó postergado. El año pasado, ella quedó embarazada, y debieron seguir esperando. A fines del verano pasado nació Homero, y volvieron a discutir el plan, pero ahora de a tres.

“Vimos que muchas otras familias lo hacen, y nos animamos”, dice Lautaro. Ellos en su casa alojan a ciclistas que están haciendo turismo por el país. Hace poco estuvo con ellos un matrimonio alemán, con dos hijos, uno de 3 y otro de 5 años. Encontraron muchos antecedentes parecidos, lo hablaron con su pediatra, y decidieron poner manos a la obra.

“Primero compramos un carrito especial para el gordo, muy seguro, que se ata a la bicicleta, y donde él puede ir muy cómodo. Luego empezamos a planificar el viaje”, añade Lautaro.

Así, definieron que en enero se lanzan otra vez a la ruta. Primero irán en avión a El Calafate, y desde allí pasarán a Chile (“a esa altura la cordillera no es tan empinada, es más fácil de cruzar”, dicen). Visitarán Pucón y luego enfilarán hacia Torres del Paine y Punta Arenas. De allí, a Ushuaia. En total, unos 1.500 kilómetros. Y, estiman, serán unas cinco semanas.

“Es difícil saber cuánto tardaremos exactamente porque no tenemos claro cuántos kilómetros podremos hacer cada día con Homero, que para ese momento ya tendrá 11 meses –dice Lautaro-. Cuando viajamos los dos solos, en terreno llano hacemos unos 100 kilómetros por día. Cuando la geografía es más empinada, o hay viento, pueden ser 50 kilómetros. Pero ahora tendremos que parar para jugar, para darle de comer, para cambiarle los pañales…”

Ya hicieron algunas pruebas por la zona, y todo funcionó bien. “Cada bicicleta tiene cuatro alforjas, un bolso más grande y una carterita más pequeña en el manubrio. Allí llevamos la ropa, la carpa, las bolsas de dormir, la comida. Y ahora, sumaremos las cosas de Homero”, añade.

Por el estado físico no se preocupan. Ambos son deportistas: ella ya cruzó la cordillera varias veces; él hace triatlón y nada. La actividad física es importante para ellos. Pero en el viaje buscan algo más: “contacto con la naturaleza, conocer gente, poder parar una noche en la costa de un lago como si  estuvieras en el 5 estrellas más caro”.

Es que el costo del viaje en bicicleta “es ridículamente bajo”, cuenta Lautaro. Mayormente paran en campings o en lugares abiertos. “Algunas noches hacemos un hotelito o un hostel, para cortar tantas noches de carpa; a veces vamos a comer a un restaurante o a tomar algo, pero en general sólo gastamos en el supermercado”, añade.

No programan demasiado por dónde irán. “Definimos lo macro, pero después nos dejamos sorprender. Si un pueblo te gusta o no, si conociste a alguien que te invitó a un lugar, el recorrido puede ir cambiando”, señala. Si esta experiencia les sale bien, piensan redoblar la apuesta: ya hablan de alquilar la casa y emprender finalmente el viaje largo con que soñaban cuando Homero llegó a sus vidas. Ahora, de a tres.

 Ellos tienen un blog, givebikeachance.wordpress.com, donde irán cargando fotos y relatos del viaje. También en Facebook, en la página Give Bike A Chance.

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