Enamoramiento al mal

Enamoramiento al mal 

Por Lic. Constanza Bonelli

Desde el psicoanálisis podemos pensar que existe en el ser humano una especie de enamoramiento al mal. Aunque suene contradictorio porque generalmente relacionamos el enamoramiento a cuestiones que no se refieren al mal, sino por el contrario, a la consideración adecuada del otro, al amor, a la construcción, a la pulsión de vida o a Eros. 

Enamoramiento al mal
Enamoramiento al mal

Si pensamos la enfermedad psíquica como un “mal del alma”, como lo que no funciona adecuadamente, como lo patológico, lo destructivo, como la pulsión de muerte en juego,  podemos entender este enamoramiento al mal como una fuerza inevitable que nos lleva a conductas destructivas que parecen de una fuerza irrefrenable. Aquí se comprenden las compulsiones y las adicciones en todas sus variables, los síntomas que se desprenden de problemáticas masoquistas, e incluso, la reacción terapéutica negativa (la resistencia de los síntomas a pesar de la evolución del paciente en tratamiento, ej.: recaídas en el consumo en terapias para la adicción a  distintas sustancias). 

La filosofía entiende el mal como una realidad del mundo y como algo que es propio del ser humano, el error en el hombre. Aristóteles sostiene que el bienestar proviene del dominio de las pasiones mientras que la ignorancia del bien, bien como bondad natural, origina el mal. Otra conceptualización del mal y del bien es la relacionada a la razón kantiana.

Freud, en el s. XX, comienza a pensar el mal como inherente a la existencia del hombre, como un aspecto inevitable de su vida. La enfermedad, los desastres naturales, la destructividad, la agresión al otro, la autodestrucción, es decir, la pulsión de muerte y sus distintas presentaciones, son parte ineludible de lo humano. André Green, notable psicoanalista francés, trabajó mucho el tema del mal. 

En estos tiempos de pandemia, como en otros en los que sucedieron desastres mundiales, naturales o por guerras interminables, es oportuno pensar sobre nuestra relación con el mal. En la actualidad las patologías más frecuentes denotan una preponderancia de la pulsión de muerte, de lo destructivo, de la agresión, es decir, del mal. 

Pensar en un  enamoramiento al mal, es pensar por ejemplo en esta preponderancia de la pulsión de muerte, que por ser tan notable la podemos imaginar como un enamoramiento, como algo que no es fácil de dejar, de resolver, de soltar. 

Adicciones, ataques de pánico, tiempos de descarga rápida de la pulsión. Vínculos sociales cargados de agresión, bullying, violencia de género, maltrato infantil, femicidios, escenarios escalofriantes en los noticieros. Pandemia, muerte, enfermedad, recuento incesante de mortalidad. Depresión y soledad. Podemos seguir agregando a la lista, lamentablemente.

La cultura marca a su vez lo que comprendemos como el bien y el mal, y sobre ella se edifican las distintas patologías. En los años de Freud el mal era entendido como el demonio que sus enfermas, las histéricas, llevaban inevitablemente en su interior, y de él había que librarlas. El mal estaba asociado principalmente a la sexualidad, a lo oculto y a lo prohibido. Hoy no sólo es sexualidad, claramente también es muerte.

Sexualidad y muerte son los dos enigmas, por excelencia, del psicoanálisis. Son aquellas cuestiones de las que no podemos terminar de entender a pesar de nuestros grandes esfuerzos por hacerlo. Aquello sobre lo cual no nos queda más que aceptar nuestro no saber, o nuestro saber escaso. 

El enamoramiento al mal parece combinar de alguna manera estas dos cuestiones enigmáticas del psicoanálisis, la sexualidad y la muerte, en una actualidad de novedosas identidades sexuales y de mucha pulsión de muerte. 

Lic. en Psicología UBA
Psicoanalista APA
Mat.: 31906                                              
licbonelli@gmail.com / Ig: lic.constanzabonelli
Cel.:156-272-2973

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