La amistad, una confraternidad solidaria
Por Lic. Constanza Bonelli
La amistad es una relación elegida, una especie de hermandad sin los códigos del Complejo de Edipo y del complejo fraterno. Una sublimación de estos complejos. Se trata de una relación no consanguínea en la que no se establecen posiciones de poder. Como decía Nietzsche, ni los esclavos ni los tiranos pueden tener amigos. Entendemos la amistad como una relación que no se rige por la subordinación de ninguno de los partenaires, sino por el respeto de la autonomía de uno y del otro. Sin embargo, responde a códigos que comparten quienes forman parte de una amistad. Es decir, no tiene derechos ni obligaciones pero sí una ética propia. Es una relación de compromiso entre quienes son amigos, basada en el afecto, en el respeto, en la confianza, en afinidades comunes.
Somos seres sociales con una innata necesidad de relacionarnos con los demás, y nos debatimos entre dos impulsos, uno egoísta en el que somos puro nosotros mismos, y otro que nos lleva a relacionarnos con los demás, que nos permite un equilibrio psíquico saludable. La amistad nos rescata de la caída en el exceso del interés sobre nosotros mismos. También el amor al otro en el vínculo de pareja nos salva de enfermar de narcisismo.
Para la amistad es necesario sublimar ciertos impulsos, como los deseos eróticos y agresivos, de rivalidad y competencia, y transformarlos en los sentimientos tiernos que caracterizan a esta relación.
En el camino que nos lleva a la exogamia, a lo extra familiar, las amistades son el vehículo necesario. En la adolescencia abandonamos gran parte de la admiración a nuestros padres al depositarla en los amigos, quienes se convierten en nuevos modelos identificatorios.
La relación con el otro está determinada inconscientemente por nuestras experiencias infantiles que funcionan como un patrón que repetimos sin darnos cuenta. Esto es así tanto para la amistad como para cualquier otro tipo de relación. Los primeros vínculos tallan el lente desde el cual vemos y vivimos nuestra vida adulta. Si fuimos amados, cuidados y mirados o no lo fuimos adecuadamente y nuestro psiquismo sufre los daños de esas carencias, esto determinará nuestra posición en la vida y las características de nuestros vínculos.
Según Aristóteles,existen tres tipos de amistad, por utilidad o interés, por placer o por virtud. Esta última es la que considera “la amistad perfecta”, la de los hombres de bien y semejantes en virtud, porque éstos se desean igualmente el bien. En cambio los dos primeros tipos son accidentales y están destinados a durar poco.
La palabra amistad comparte raíz con amor, amigable, ama, madre, por lo tanto se relaciona en cuanto al sentido. Se trata de un tipo de amor que incluye cuidados del estilo materno y exclusividad al estilo del amor de pareja, pero con códigos diferentes. Se trata de un amor que incluye al otro pero sin fusión. La amistad engendra singularidad, alguien elige y es elegido, sin posesión. Es un amor en libertad, pero libertad comprometida al otro singular.
Una confraternidad solidaria:
Los amigos ejercen una función de acompañamiento solidario en las situaciones dolorosas y conflictivas, y en los momentos de dicha y felicidad. Es un tipo de relación horizontal que difiere de los vínculos verticales. Según Freud el amor que la amistad promueve sirve como un bálsamo para las heridas de la vida cotidiana.
En el respeto mutuo y en la consideración del otro que elegimos y que nos elige, de un modo solidario encontramos y brindamos un acompañamiento en la vida. Las sociedades más saludables responden a este modelo de relación. Cuando los vínculos se tornan verticales, utilitarios y egoístas, se refleja en sociedades que no funcionan bien con altos niveles de desigualdad y falta de oportunidades.
El amigo asume la imagen fraterna, es una especie de hermandad elegida que sublima los aspectos hostiles, de celos, rivalidad y envidia propios del complejo fraterno, es decir, del vínculo entre hermanos de sangre.
Los amigos son, podríamos decir, la “familia elegida”. Pero no se puede ser amigo de quienes no quieren ser nuestros amigos. La amistad tiene como meta sostener esa relación adecuadamente, y cuando ese compromiso mutuo decae, la amistad tiende a desaparecer. Como todo tipo de relación humana, puede resultar muy enriquecedora y un gran crecimiento de la relación o diluirse si las condiciones no son las adecuadas.
Lic. en Psicología UBA
Psicoanalista APA
Mat.: 31906
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Cel.:156-272-2973
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