El poder en la pareja

El poder en la pareja
Por Lic. Constanza Bonelli

Siguiendo las ideas de Michel Foucault, filósofo, sociólogo, historiador y psicólogo francés, sobre el poder y las relaciones de poder; entendemos que éste nunca es completamente de unos o de otro, sino que circula de acuerdo con las condiciones en las que se desenvuelven las relaciones entre los individuos.

El poder en la parejaLo que comprendemos como poder no es algo que venga desde arriba a someter de una vez y para siempre a los otros, sino que se trata de algo que existe en las distintas relaciones y que se encuentra en constante transformación. Cuando el poder se concentra en un solo lugar provoca relaciones de desigualdad y sometimiento, y así se transforma en otra cosa distinta al poder.

El poder según este autor se ejerce y se impone no tanto por el ejercicio de la fuerza y del engaño, sino por la producción de saber. En este ejercicio ciertas acciones tienen la fuerza de modificar otras.

En las relaciones de pareja los juegos de poder circulan por distintas temáticas como la familia de origen, los hijos, el dinero, la sexualidad, el saber, etc.

Los individuos no son blancos inertes o conscientes del poder, ni son siempre quienes poseen o quienes quedan bajo el poder del otro, el poder transita transversalmente, está en movimiento.

Cuando las relaciones de pareja se vuelven asimétricas, más que poder encontramos violencia, que tiene la característica de realizarse sobre las cosas o sobre los cuerpos para destruir o someter, en cambio cuando hablamos de poder, éste supone el reconocimiento del otro como alguien que actúa o que es capaz de actuar; y sólo puede darse entre personas libres.

El vínculo de pareja se basa en interacciones conscientes e inconscientes. Es decir, se sostiene en acuerdos implícitos que crean un código que da sentido a la relación. Este código será un organizador de las modalidades de intercambio en los distintos aspectos, emocional, sexual, económico, comunicacional, etc.

Este sistema de a dos, puede ser funcional o disfuncional. Cuando no funciona, aparecen los síntomas que no son otra cosa que el intento, siempre fallido, de conservar la integridad tanto de la pareja como de los individuos que la componen.

Los síntomas van de la mano de una creciente lucha de poder entre los miembros de la pareja, y ponen de manifiesto que el ordenamiento jerárquico del sistema es confuso, patológico.

Esta lucha de poder sintomática, patológica, se resuelve en la conformación de un síntoma dando lugar a la incongruencia jerárquica en la pareja, y así el miembro sintomático se encuentra en una posición inferior, pero domina al otro al negarse a ser ayudado y al negarse a cambiar. Cuando esto sucede, la pareja corre grandes riesgos de desfallecer a menos que puedan correrse ambos de este funcionamiento patológico, encontrando nuevos modos de relación que abandonen la lucha por el poder.

La pareja inicia el vínculo en una ilusión compartida de supuesta igualdad que cae rápidamente generando estallidos pasionales. Se instala una lógica de dos bajo esta ilusión de igualdad en la que las diferencias generan malestar. Es necesario sobrepasar esta fantasía en la cual se está dentro o fuera de la representación idealizada de pareja, entendiendo que eso no es más que una ilusión, que a la pareja la conforman dos individuos diferentes, con historias diferentes, pensamientos diferentes, modos de sentir diferentes, etc.

La idea romántica de la media naranja es la representación de la ilusión recién mencionada, en la cual no son dos los que se unen, que se eligen, sino dos mitades que se necesitan para existir. Esta idea muestra un funcionamiento de apego patológico que está destinado a fracasar o a subsistir en permanente malestar.

Cuando aparecen los conflictos, los miembros de la pareja se atacan mutuamente y se enredan en una escalada de frustración que no cesa hasta agotarlos física y emocionalmente, variando entre treguas y reinicios de batallas permanentes. Eternas luchas de poder.

Una relación sana, funcional, es la que alcanza una simetría en la que se acepta y respeta la igualdad del otro a la vez que se reconoce y se acepta su otredad, su diferencia, su particularidad. En este tipo de relación los dos integrantes de la pareja se encuentran en un mismo nivel de poder, entendido como algo que circula constantemente, de modo que se irán intercalando las distintas posiciones de uno frente al otro en cuanto a quien ejerce en cada momento, en cada situación particular, el poder.

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Candidata de la Asociación Psicoanalítica Argentina
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