Coronavirus: ¿Amenaza? ¿Oportunidad?
Por. Lic. Silvina Bourda
Amenaza transitable y oportunidad para re fundarnos como Humanidad.
El Coronavirus COVID y la crisis que rodea puede desencadenar miedos: a contagiarse, al encierro, a qué pasará a futuro, a la no continuidad del empleo, a la interrupción del ciclo escolar en la forma habitual, al descontrol, a la falta de abastecimiento, a la soledad, a la muerte, etc,
Angustia, incertidumbre, rumiamos pensamientos y suelen ser catastróficos, desconcierto, frustración, enojo, aburrimiento, ansiedad, cansancio, embotamiento, son algunas de las formas de malestar emocional ante la percepción de peligro vivido como amenaza y en otros, exacerbación de lo preexistente al sentirse en riesgo.
Sugerencias para vivir el aislamiento con el mayor bienestar posible:
- Organicemos y planifiquemos cada día (horario/grilla), incluyendo un balance y ritmo entre momentos de tareas, ocio, descanso, higiene, ejercicios, dieta equilibrada, hábitos de sueño, incluyendo especialmente aquella actividad o pasatiempo que tanto disfrutamos, tal vez rediseñada acorde al hoy.
- Aceptemos las emociones, sensaciones y/o pensamientos que surjan sin resistirnos, sin juzgar ni juzgarnos, sin identificarnos con ellos, simplemente aceptemos y observemos sin tensión. Gestionemos a través de los recursos que cada uno ha ido aprendiendo e incorporando o solicitemos ayuda en caso de considerarlo necesario.
- Dediquemos un tiempo “acotado” para recibir información en relación al COVID y aspectos a tener en cuenta, prestando atención a que la misma provenga de organizaciones sanitarias oficiales o fuentes genuinas, no lo hagamos a cada rato fijándonos a ello como “mono tema”, no nos sobre informemos ni nos des informemos. Comuniquemos a nuestros hijos de forma clara y simple, acorde a cada edad.
- Realicemos un uso “regulado” de la tecnología y las redes disponibles y pongamos especial atención a su sostenimiento , acordando entre adultos las pautas para facilitarles el camino a nuestros hijos en su implementación.
- Cultivemos actividades “que tengan sentido para cada uno”, aquellas que solemos decirnos: “cuando tenga un tiempo libre”… Reparar, cocinar, bailar, cantar, rediseñar ambientes, modelar, leer poemas, hamacarse, descubrir formas en las nubes, meditar, hacer actividad física, pintar, separar ropa o utensilios para donar, orar, aburrirse sin miedo, juegos de mesa, mirar álbumes, organizar fotos, escribir una carta, conocer las variedades de rosas, tallar.
- Recordemos cada uno y en familia con qué recursos disponemos y cuáles nos resultaron útiles en otras situaciones inesperadas , complejas, amenazantes. Pudimos de una u otra forma y aquí también lo estamos atravesando juntos.
- Prevengamos posibles conflictos en la convivencia de pareja, entre padres e hijos, entre hermanos (fácilmente precipitados al rozarse todos juntos todo el tiempo bajo el mismo techo), dándonos un espacio para conversar sobre las necesidades de cada uno en este momento y dispongamos y administremos los espacios con acuerdos y expectativas realistas.
- Resignifiquemos el aislamiento como distancia “física” obligatoria óptima, aislamiento físico como medida insoslayable de cuidado, de amor y no como desamparo, soledad, desasosiego.
- Socialicemos y compartamos miradas, series, ideas y sentimientos con amigos, familia, abuelos, vecinos, según las formas que no infrinjan el protocolo de cuidado para con todos y cada uno. Estemos cerca entrenándonos en nuevas y creativas formas.
- No juzguemos al otro, no discriminemos, tarde o temprano puede acontecer o no la realidad de un vecino infectado y la respuesta no debiera ser necesariamente el pánico, sí la conciencia y la colaboración, mientras el pánico cede.
- Afrontamos situaciones nuevas que trastocan lo cotidiano según nuestra predisposición, nuestra vulnerabilidad de base, nuestros intercambios, nuestras tempranas experiencias, nuestras creencias y nuestras luces y sombras ancestrales.
- Mirar torcido nos tuerce el alma y la salida y el cada día nos direcciona a reconocernos en lo que nos une y en los valores que nos honran hoy aquí y ahora con sensatez, prudencia y compasión ya que……
“_ Como decía Camus en su libro “La Peste”… En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio”_
- ¿Automonitorearse? Sí, de tanto en tanto, con sencillez (estar hipervigilantes no colabora al bienestar) tomemos baños de sol, respiremos, agradezcamos, observemos la naturaleza ante la menor señal de incomodidad, desgano o agobio que nos hará respirar lo esencial y retomaremos el rumbo con nueva perspectiva.
- Desalentemos comportamientos imprudentes y/o impulsivos propios o de mi próximo.
- Meditemos, oremos, conectemos con lo sagrado, con lo trascendente en la modalidad en que ello susurra en cada uno, alojemos diáfanos pensamientos en nuestros corazones, momentos de recogimiento, lecturas, lemas, oraciones, silencio interior, higiene del sueño, relajación.
- No nos condicionemos con fechas preestablecidas de retorno a las actividades u obligaciones, llegará inexorablemente ese día viviendo y habitando el hoy cambiante y dinámico de forma simple y precisa, recordemos prioridades cuando nos distraigamos o perdamos anclaje por instantes, sin sobreexigencias.
- Estimulemos y contagiemos a otros irradiando una mirada positiva y realista, reflexionando y comunicando los hallazgos, perlas y fortalezas que la pandemia señaló como oportunidad única. Estamos todos aprendiendo, paso a paso.
- Y riámosnos y agradezcamos tanto como podamos, animándonos a cultivar y ejercitar el tan bienvebienvenido “sentido del humor” que nos hace profundamente livianos y vitales, en el aquí y ahora humano compartido.
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