Una lectura psicoanalítica del deporte
El deporte es una continuidad del juego infantil, pero es más que un juego, es éste más la competencia, es decir, es un juego reglado que permite la competencia. Además significa una situación social ya que si se trata de un deporte de equipo se pondrán en juego todos los aspectos del lazo social y de pertenencia a un grupo en su realización. Cuando se trata de deportes individuales igualmente entran en juego cuestiones sociales aunque sea para la competencia, la rivalidad y la búsqueda del triunfo sobre el contrincante.
En el modo en que el deportista lleva a cabo su disciplina se ven reflejadas cuestiones conscientes, voluntarias, que son aquellas acciones que elige hacer, junto con aspectos inconscientes que desconoce pero que determinan su modo de actuar, como sucede en la vida en general. Su historia infantil incidirá tanto como su habilidad deportiva en el rol que desempeñe y en el modo en que lleve a cabo su actividad. Las herramientas que haya desarrollado para la vida cotidiana serán las que utilice en el deporte que realice.
Liberación de conflictivas psíquicas
La actividad deportiva es una actividad sublimatoria, es decir, permite la liberación de conflictivas psíquicas, sobretodo agresivas, de rivalidad, y mediante la competencia pueden elaborarse cuestiones inconscientes que provengan de mociones reprimidas o no elaboradas de la infancia. La sublimación es un mecanismo gracias al cual se pueden liberar, en este caso, pulsiones destructivas hacia el exterior de un modo aceptable, sin entrar en conflictivas que pudieran llevar a la represión de dichas pulsiones. Si se libera la pulsión agresiva, se libera la pulsión de muerte y esto permite equilibrar el psiquismo descargando en acción ciertas fuerzas que de no salir hacia el exterior se volverían hacia uno mismo de diversas maneras autodestructivas. Este es uno de los principales beneficios hacia la salud psíquica que las actividades deportivas brindan a quienes las realizan.
La pulsión descargada en la competencia es la de la agresión, la de la destrucción, pero también la pulsión de dominio en el deseo de ganarle/dominar al otro. Se trata de una acción sádica, destructiva, pero sublimada y por lo tanto aceptable por uno mismo y por los demás, cuyo deseo agresivo está al servicio de resguardar el propio narcisismo. “Destruir al otro para no ser destruído por el otro”.
Deporte y vínculos
Al igual que cuando pensamos en los vínculos que se crean en la vida adulta, pareja, amigos, vida laboral, como traslados de las vivencias infantiles que dejaron marcas en nuestra personalidad, como reediciones de los vínculos de la infancia; el modo en que el deportista se comporte con el grupo o con los rivales será la trasferencia de aquella modalidad infantil. Revivirá en estos lazos sociales deportivos de rivalidad su historia infantil y tendrá que vérselas con sentimientos inconscientes de culpa y castigo correspondientes a la conflictiva edípica de amor y odio ambivalentes hacia los padres.
Dependiendo del deporte que se realice la conflictiva infantil podrá aparecer representada de distintas maneras. Sea en la rivalidad con el adversario, sea como superación personal en deportes individuales como triatlones, maratones, etc.; o como cuestiones inter o intragrupales en deportes de equipo. En todas estas situaciones el deportista plasmará su psiquismo y tendrá que trabajar con su conflictiva singular para lograr superarse y rendir cada vez mejor, y alcanzar así el éxito buscado.
El psicoanálisis aplicado al deporte debe poder trabajar con esta singularidad para ayudar a que el deportista supere sus obstáculos emocionales en la competencia y pueda así rendir al máximo de sus posibilidades. Puede trabajarse tanto en lo individual como en intervenciones grupales aportando una escucha adecuada que facilite la palabra en la búsqueda de la superación de los obstáculos emocionales que pudieran aparecer.
Es importante que el deportista pueda desarrollar su actividad competitiva resolviendo su conflictiva singular ya que de lo contrario puede “boicotearse”, es decir, puede, inconscientemente, actuar de modo tal que perjudique su acción, desde lesionarse hasta inhibirse, angustiarse en exceso o llenarse de una culpa inconsciente que no le permita proyectar adecuadamente su pulsión; puede transformar su deseo de ganar en una exigencia que sobrepase sus posibilidades y que en lugar de funcionar como incentivo se convierta en un obstáculo.
Como rasgos generales necesarios para ser un buen deportista encontramos una adecuada tolerancia a la frustración, ser constante y disciplinado, tener claros los objetivos y perseguirlos de modo persistente; poner su interés en los logros del deporte sobre otros aspectos de su vida, características obsesivas suelen ser comunes en los deportistas, tener buena autoestima y autoconfianza para no bajar los brazos en los momentos difíciles; tener inteligencia deportiva que permita evaluar las mejores posibilidades en cada momento del entrenamiento y de la competencia; controlar las emociones y trabajar adecuadamente sobre los conflictos personales, entre otras.
Realizar actividad deportiva es beneficioso para la salud física y psíquica, permite sublimar y elaborar cuestiones inconscientes, facilita situaciones grupales saludables, además de mejorar el funcionamiento general de todo el organismo, posibilitando la prevención de distintas enfermedades físicas y psíquicas.
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