La Cumbrecita: Un paraíso tirolés, por @viaja2net
Estoy en el restaurante Helmut´s sentada, mirando su ambientación. Escenograficamente dispuestos se encuentran surcando los aires numerosos elementos de explorador. Y sólo pienso lo que habrá sido llegar a estas laderas que hoy conocemos como La cumbrecita, en Córdoba po primera vez, con la sierra virgen.
Cerveza en mano y aguardando mi plato: claro no podía pedir otra cosa, un rico goulash. El espíritu alemán está en el aire, aunque algo de suiza también llega a mis sentidos. Venir aquí es como viajar en el espacio hacia la antigua montaña alemana. No me canso de visitar este lugar en cada escapada que realizo a esta zona.
Hace 85 años, en 1934, el alemán Helmut Cabjolsky acompañado por su esposa Hedwig y sus dos hijas de 13 y 11 años compraba un campo de unas 500 hectáreas cuya referencia era el Cerro Cumbrecita.
Con sólo pensar que hace poco más de 10 años era difícil llegar este lugar soñado pues su camino era de ripio, ni me puedo imaginar lo que habrá sido llegar en aquella época, sin caminos siquiera, con dos niños a cuestas.
Poco a poco Helmut junto a sus cuñados, comenzaron la tarea de pioneros, Desarrollaron un vivero, plantando los primeros pinos y construyeron las primeras casas en esa época de adobe. Fue en 140 cuando comenzaron a construirse las primeras casas particulares y el pueblo lentamente fue adquiriendo ese aire del Tiról que hoy lo caracteriza.
Hoy la cumbrecita es un pueblo peatonal, ecológico y preservar su aire tirolés. Posadas, restaurantes, casa de tortas y tiendas pueblan su calle central. Al desviarse por los caminos, recorridos de trekking permiten descubrir las bellezas naturales como la cascada o la olla. El recorrido a la iglesia también es un trayecto poético.Es un lugar que en cada estación tiene su encanto. En verano se puede pasar el día en los ríos que la rodean. En invierno se puede sentir el frío y disfrutar sin pausa de las caminatas. En primavera la vegetación es única y en otoño el colorido invita al desafío a cualquier artista.
Estas escapadas son un respiro para cada uno de los que en el alma llevamos un viajero anhelante de nuevas aventuras. Un momento donde conectarse con la esencia, el amor, la familia. La energía del lugar invita a meditar, a respirar, a llenar los pulmones de salud.
La gastronomía es súper rica, alemana o suiza sin duda. Les recomiendo probar los platos típicos. El recorrido es también una galería de arte en esculturas de madera que sorprenden a cada paso así que prohibido mirar al piso mientras se recorren sus calles.
Para llegar desde Buenos Aires es casi todo autopista y desde la ruta para subir a la cumbrecita el camino es de asfalto y está perfecto. Uno puede hospedarse allí o bien en Villa general Belgrano y subir a pasar el día.
Caminar, respirar, sanar, meditar, contemplar, disfrutar, degustar, admirar, son parte de los verbos que resuenan en mi ser a cada paso mientras camino y me dejo envolver por este paraje que me invita siempre a soñar.
La Cumbrecita: Un paraíso tirolés, por @viaja2net