ADOLESCENCIA- Constanza Bonelli
La adolescencia es una etapa en la cual se transitan una serie de cambios físicos, psíquicos, químicos y sociales, que transforman el cuerpo de la niñez en un cuerpo adulto, mientras se desarrolla la identidad. En este camino de formación de quiénes queremos ser es necesario abandonar el niño que hemos sido, y desde las distintas identificaciones que realizamos, iremos eligiendo quiénes queremos ser. Etapa de duelos por lo abandonado y de encuentro con lo nuevo.
Para la conformación de la identidad se utilizarán las identificaciones realizadas sobre las personas de los padres, pero a medida que se van distanciando de ellos, proceso necesario para poder ser uno mismo, se tomarán en cuenta las identificaciones con el entorno social. En esta era de la comunicación, en la cual las relaciones sociales tienen características muy distintas a las de antes, la globalización, las redes, las amistades en la web de a miles de personas, y la sobrevaloración de la imagen tienen una incidencia directa sobre el modo en que los adolescentes llevarán a cabo este proceso de creación de la propia identidad.
Bajo estas características sociales y teniendo en cuenta los valores de la era actual, los adolescentes están expuestos a la posibilidad de desarrollar ciertas patologías que podemos llamar “patologías del vacío” o “patologías narcisistas”. Para que estas patologías se den, en un inicio debemos considerar un determinado modo de crianza, de vivencias infantiles, de relaciones primarias (con la madre y/o padre o sustituto), junto a un tipo de cultura que crean las bases necesarias para el desarrollo de la enfermedad. Me refiero a patologías de la alimentación, bulimia, anorexia y obesidad; como también adicciones de todo tipo, drogas, compras, juego, relaciones. Otro factor importante al pensar en los motivos que desencadenan este tipo de enfermedades, es la influencia negativa que las exigencias culturales plasman sobre los jóvenes, fomentando desde los medios masivos de comunicación estereotipos inalcanzables que se convierten en modelos para los niños inclusive. Para citar ejemplos, la muñeca Barbie, los cuerpos de extrema delgadez que las marcas de ropa eligen para su promoción, el estímulo constante de tipos de gratificación inmediata que promueve la vida en la web, entre otros.
Los adolescentes hoy viven en un mundo mediatizado por las redes sociales en el cual la inmediatez, la imágen, la mirada de los demás, la aceptación o el rechazo, es el medio en el cual deben desarrollarse. Y como la identidad se construye teniendo en cuenta la identificación con el entorno junto a la mirada que éste da sobre ellos mismos, las características mencionadas transforman este desarrollo en algo sobreexigido que muchas veces falla dando lugar a las enfermedades.
Los cambios físicos y psíquicos en esta etapa generan incomodidad e inseguridad. Son frecuentes las burlas, el rechazo por lo distinto, la intolerancia y la sobrevaloración del “¿Qué dirán?”. Es muy común que experimenten situaciones de bullying o ciberbullying siendo víctimas, victimarios o espectadores. Todo esto hace de la adolescencia un momento de la vida difícil de transitar.
Por todo ello es muy importante que los adultos estemos atentos a las necesidades que nuestros hijos pudieran tener al atravesar esta etapa. En principio es esencial brindar una crianza adecuada que permita la construcción de una base psíquica sólida que al enfrentarse a las adversidades pueda salir adelante sin demasiada dificultad. Con crianza me refiero a poder establecer vínculos saludables que brinden herramientas necesarias para la vida, pero que principalmente permitan el desarrollo de de las mismas por los jóvenes. Que ellos mismos puedan desarrollar aquello que necesiten para crecer. La sobreprotección, es decir, hacer las cosas por ellos, no ayuda a construir una personalidad fuerte que pueda adaptarse a las necesidades de la vida. Por ello será mejor ayudarlos a aprender a adaptarse. El abandono hará por su parte un daño. Por ello es sustancial encontrar el término medio de presencia y ausencia en la relación con nuestros hijos.
Por otro lado, estar atentos a lo que pudieran estar atravesando para analizar si necesitan más ayuda de la que estén recibiendo. Prestar atención a los cambios de humor o de actitud que pudieran mostrar. Ser atentos al modo en que vivencian su imagen corporal, a los gustos que desarrollan y las actividades que eligen realizar. Todo ésto sabiendo que vivir es una experiencia que se aprende sólo viviendo, ésto vale para los hijos y los padres, sabiendo que podremos mejorar aquellas situaciones que lo necesiten si estamos atentos y buscamos el cambio.
Lic. en psicología Constanza Bonelli
Consultorios en Nordelta y Belgrano: 4871-6634 / 156-272-2973
UBA matrícula 31906
Candidata de la Asociación Psicoanalítica Argentina
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