Seguridad y contención para salir de la calle

Seguridad y contención para salir de la calleCada día, después de la escuela, más de cincuenta chicos entran sin tocar en la casa de Fernando y Karina y se sientan a la mesa de lo que solía ser el quincho a esperar su plato de comida, la única del día para algunos. El comedor Tigresitos del Delta está en Dique Luján, a menos de veinte minutos desde Nordelta Centro Comercial. “Siempre, llueva o truene, llegan los chicos cansados de la escuela, con hambre, y se acomodan para la cena”, comienza a contar ella en un encuentro con Locally.

Fue en 2012 que una experiencia en un trabajo hizo que la vida de este matrimonio cambiara el rumbo. Fernando y Karina estaban cuidando una quinta de la zona, cuyos dueños estaban de viaje y, poco a poco, fueron conociendo a otra parte del personal de la casa, que pasaba todo el día trabajando afuera. Una tarde, uno de ellos los invitó a un merendero donde colaboraba. “Yo llegué con unos paquetes de fideos a un lugar donde los chicos andaban descalzos, con la ropa rota, y ahí sentí que tenía que hacer algo.” Cuando volvieron a su casa, donde Fernando, que es técnico naval, tenía su taller, se sentaron en el quincho a conversar sobre cómo los había impactado la experiencia. Pocas semanas después, una de los cinco hijos de Fernando salió con papel y lápiz a anotar a los chicos del barrio que pudieran querer una merienda. Hizo dos cuadras y volvió con sesenta y cinco nombres. “No lo podíamos creer. No teníamos idea de cómo íbamos a hacer pero le dije a Karina: no importa, el lunes empezamos.”

Durante un tiempo ofrecieron meriendas, pero, con el tiempo, entendieron la necesidad de darle a los chicos una comida más completa. “Nos vamos arreglando. Hubo veces en que tuvimos que salir corriendo un domingo a comprar lo que hacía falta, pero tenemos mucho que agradecer. Hay gente que deposita dinero en mayoristas de la zona y nosotros después podemos ir a retirar productos que necesitamos. También hay comercios de la zona que cada tanto nos mandan pan, facturas y tortas.”

Con el crecimiento de la zona, a Fernando se le empezó a hacer cada vez más difícil trasladar las grandes embarcaciones a su taller para repararlas, y una idea se fue gestando. Empezó a ir él a hacer los trabajos a los barcos y desmanteló el taller. En ese espacio techado que quedó libre, con sacrificios, ayuda de amigos y vecinos y donaciones de materiales, acaban de terminar una cancha de fútbol para los chicos. Una vez a la semana va una profesora de baile a dar clases y los otros días siempre surgen actividades que entretengan a todos. A veces son juegos de mesa, un rato de televisión o talleres de oficio del mismo Fernando, que instruye a los pequeños interesados en la mecánica naval.“Nosotros intentamos transmitirles valores de respeto y educación y buenas costumbres a los chicos. Que sean agradecidos, que no tiren papeles al piso y se laven las manos antes de comer, que se pidan disculpas si surge una discusión y sepan compartir. Acá no vas a ver chicos descalzos porque si a uno le hace falta algo así no paramos hasta conseguirle lo que necesita.” De hecho, hay un chiste interno dando vueltas y es que Fernando cada tanto sale corriendo a comprar el queso para la pasta. “Yo no como los fideos sin queso, así que, si alguna vez falta, hay que ir a comprar, por supuesto, los chicos comen lo mismo que yo.”

Esta familia sueña en grande para sus Tigresitos, así, con “s”. Hace unos meses demolieron la casa donde Fernando creció para empezar la construcción de un quincho cerrado de 120 metros, con baños, una cocina más grande y segura y una mesa para todos los chicos. Adelante, en la cancha de fútbol techada, planean brindar talleres, apoyo escolar, deportes y otras actividades. Actualmente los chicos comen en lo que solía ser el quincho familiar, que es abierto y tiene goteras. “Los días de lluvia comemos por turnos y en el invierno los tenemos que descongelar para que se vayan a sus casas”, explica Fernando, que nunca pierde la sonrisa.

“Lo importante es sacar a los chicos de la calle, y ellos acá se sienten como en casa. Además están seguros y tienen contención”, comenta Karina. Todas las tardes después del colegio hay decenas de milanesas, kilos de puré, salsa calentita –y queso- para los fideos, lentejas, arroz con pollo o polenta: “Los viernes son los días más esperados porque hay pizzas.”

Hay un par de madres que se acercan a ayudarla a poner la mesa y servir los platos, pero ella es la responsable de la comida. Van chicos de todas las edades y cursos de colegio. “Hay chicas que empezaron a venir de chiquitas y, hoy, en los últimos años de colegio, vienen con sus bebés”, explica Karina, y agrega que “si me preguntás qué sería lo ideal para nosotros es que estos lugares no tuvieran que existir, que no tuviéramos que hacerlo.”

La mayor motivación de ambos es su nieto. “Mi nieto es mi motor”, dice Fernando. “Y yo no puedo darle todo a él y ver que otros no lo tienen. Él me da la fuerza de seguir con esto todos los días.”

Por Agustina Schiffelbein 

Cómo colaborar

Tigresitos del Delta está haciendo una rifa para la construcción del nuevo comedor. Se sortea un colchón y sommier de 200 x 200, de alta gama, donación de un vecino de El Palmar. La rifa cuesta $100 y hay tiempo de comprarla hasta el 20 de agosto.

Donación de materiales de construcción

También se puede colaborar con materiales de construcción, equipamiento para el nuevo comedor (freezer, cocina) y depositando dinero en la cuenta del comedor en el mayorista Yaguar o el corralón La Pista y 26. Ellos pueden pasar a buscar donaciones por la zona.

PISTA Y 26 SA

CBU del destinatario: 1910227455022700248896

CUIT/CUIL: 30711874255

Banco destino: BANCO CREDICOOP

Email: alfonso@lapistay26.com.ar

Contactos

Dirección: Ruta 26 n° 972, Dique Luján, Villa La Ñata

Fernando: 15-5239-1969

Gustavo: 15-3359-9849

Email: comedortigresitos@gmail.com

Facebook: Tigresitos del Delta

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